Se dice que las hadas son descendientes de los Tuatha De Danann, tribu de la Diosa Dana, que es la Diosa Celta de la creación. Y a su vez, los Celtas serían descendientes de los Atlantes. Antigua civilización que existió junto a Lemuria hace más de 20.000 años.
Cuando la Atlántida fue inundada algunos sobrevivientes llegaron a las costas de Irlanda, siendo ellos los primeros ancestros de las Hadas.
Las hadas ya no tienen cuerpo físico, ellas solo tienen cuerpo Etérico para lograr esconderse de los humanos. Se dice que solo los puros de corazón pueden conectar con ellas. Es por esto que a las hadas les encantan los niños por su pureza, sencillez, dulzura y calidez.
Cuando trabajamos la sanación con las hadas, conectamos con la esencia más pura del ser humano… nuestra niña o niño interior. Las heridas más profundas vienen de esta etapa de nuestra vida. Acá aprendemos que es el amor y las relaciones familiares.
El tiempo que pasamos en la guatita de nuestra madre, la gestación. Junto con la lactancia y niñez, marcan la personalidad que tenemos como adultos. Si tuvimos una infancia dolorosa, con carencias y traumas. Lo más probable es que en nuestra vida adulta manifestemos esos sentimientos y emociones con las situaciones que vivimos en la vida diaria.
Cuando nuestro niño o niña interior se encuentra herido, el adulto no logra caminar por un sendero de vida prospero, lleno de luz y abundancia positiva. Eso es porque nuestra raíz se encuentra con dolor.
¿Qué es el niño/a interior? Podríamos definirlo como una memoria almacenada dentro de nuestra mente subconsciente y nuestro cuerpo. Un tipo de lente con el miramos el mundo adulto al crecer. Cuando trabajamos el niño o niña interior vamos también al encuentro con nuestros padres y la relación que tenemos en nuestro interior con ellos.
Mamá: Es la energía femenina o YIN, energía de contención, nutrición y amor propio. Mamá me enseña a amarme y a cuidar de mi Jardín interno. Esta energía me lleva a reconocer la fuerza que vive en mí. Me conecta con la abundancia y prosperidad de la vida.
Papá: Es la energía masculina o YANG, energía exterior, como me proyecto hacia afuera, ejecución, movimiento, acción, como llevar a cabo lo que deseo desde mi interior.
Mamá me acompaña en la relación conmigo misma y a saber que quiero realmente. Y papá me ayuda con la proyección y ejecución de la vida.
Ambas energías son fundamentales para el proceso de sanación.
Síntomas de un niño interior herido:
· Autoestima: Falta de confianza en sí mismo y en otras personas.
· Inseguridad y convicción de un bajo merecimiento.
· Dificultad para expresar las emociones.
· Falta de límites sanos.
· No ser honesto con sigo mismo.
· Creer que el rol de la pareja es para “salvarnos”, “arreglarnos” o “protegernos”.
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¡Un abrazo de Luz!
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